viernes, 7 de marzo de 2014

Felis silvestris catus.

Mi vida animal, ya pasada, fue un tanto curiosa. Tuve la experiencia de poder sentirme y comportarme de forma distinta. De aquella época,  recuerdo muchos de mis pensamientos, además de mis actos llevados a cabo. Mi vida día a día era muy simple, a pesar de que yo hacía un gran esfuerzo para que eso cambiara. Solía levantarme de mi cómodo lecho e inconscientemente iba en busca de la que era mi dueña, aunque todavía no entiendo por qué  le asignaba ese nombre, mi único objetivo en aquel entonces era saciarme de comida.
Así pues, recorro la habitación donde ella dormía e intento que se dé cuenta de mi presencia, al no tener éxito en ello doy un gran salto y me siento junto a ella. Normalmente podía llevarme un largo tiempo esperando  aquello que tanto deseaba, pero sentía que necesitaba energía y vitalidad, así que con mi insignificante patita de felino hice el intento de despertarla. Para mi sorpresa, dio un gran salto y por ello pensé que había hecho mal en subir. Sin embargo, se alegró de verme y con dulzura  y devoción me abrazó fuertemente y, no voy a negar que no me gustara, porque estaría mintiendo. Mientras ella bajaba de la habitación y se dirigía hacia la cocina yo le seguí como un felino bondadoso y esperé allí para poder llenar mi estómago. En aquellos instantes me sentía algo  inquieto, no podría explicar la sensación que me producía el saber que pronto iba a saciarme de aquella deliciosa comida.  De repente, noté como mis ojos se agrandaban al ver como mi dueña colocaba mi comida y el agua junto a la puerta y sin pensarlo corrí hacia lo que tanto esperaba.  Si antes no podía explicar la sensación que sentía al esperar tan ansioso, ahora mucho menos.
Ya cumplido mi objetivo, me dirigí hacia el amplio exterior que contemplaba la casa y allí empecé a jugar como hacía normalmente. Aparte de mí, con nosotros vivía un felino, algo peculiar y con el que me costó mucho llegar a simpatizar. Cuando se dejaba ver, me gustaba que jugara conmigo, pero él no hacía gran esfuerzo y se dignaba a dormir como de costumbre, solía pensar que actuaba así porque yo no era de su agrado pero con el tiempo he llegado a la conclusión de que su vida anterior le ha llevado a mantener ese carácter. Intento aprovechar mi energía y el sol que luce brillante, despacio voy observando todo lo que me rodea y al mismo tiempo, voy pensando quién será mi nueva caza.
 Después de apreciar todo aquello, admiro a una pequeña mariposa que revoloteaba sobre las flores sembradas y mi instinto cazador se propone capturarla. Entonces, lentamente inclino mi cabeza y mis patas colocándome en la posición ideal para que mi caza resulte victoriosa y pueda salir satisfecho de ella. Por tanto, en esta posición con mis garras bien preparadas y mí vista penetrada en aquella mariposa me dispongo a abalanzarme sobre ella y al fin consigo lo que pretendía, tener dominio sobre ella. Mientras poseo la mariposa en mi boca, con mis dientes la inmovilizo  para así poder conducirla dentro de la casa y entregársela como obsequio a mi dueña. La mariposa se resistía a mis afilados dientes, pero aun así pude trasladarla hacia dentro.
Entrando en la habitación donde se encontraba mi dueña ojeando no sé qué cosa, coloqué la encantadora mariposa sobre el suelo y mi dueña, que se percató de mi presencia, se impresionó sin comprender por qué lo hice pero luego supo enseguida el motivo que me llevó a hacerlo. De este modo, se acercó a mí y me acarició con inmensa ternura, que yo agradecí. Posteriormente, mi dueña tomó asiento en el amplio sillón y me nombró, supuse que se dirigía a mí porque en aquel momento estábamos solos. Como bien creí, subí al sillón y me acomodé sobre ella mientras me acariciaba con suavidad y yo me dignaba a ronronear, como solía hacer cuando estaba a gusto. Me sentía algo cansado y rápido me dormí.
Al despertar, observo la luz resplandeciente que procede del acuario situado en la habitación y me es imposible no acercarme para curiosear e intentar apoderarme de aquellos pequeñines. Fijándome en ellos, contemplaba la inquietud que mostraban desplazándose de lado a lado y, cansado de atenderlos, me dispuse a salir de casa para poder seguir con mi caza. Para mi sorpresa, la puerta estaba abierta y sin demora me marché de allí, después de recurrir a mi dueña maullando para que supiese de mi ida.
Más tarde en la calle me sentía libre y con deseos de capturar a alguna de mis presas. Sin embargo, pasado un largo tiempo, mis cazas fracasaron debido al horrible cascabel que llevaba conmigo  y que me fastidiaba aquellas presas que tenía en el punto de mira. Con resignación, me dirigí hacia la que era mi casa y permanecí en el exterior de ella hasta que caí en un profundo sueño. Y esto, es todo lo que mi mente permite que recuerde de aquel sueño. Ahora forma parte de un sueño más, al menos eso creo yo.


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