Mi
vida animal, ya pasada, fue un tanto curiosa. Tuve la experiencia de poder
sentirme y comportarme de forma distinta. De aquella época, recuerdo muchos de mis pensamientos, además
de mis actos llevados a cabo. Mi vida día a día era muy simple, a pesar de que
yo hacía un gran esfuerzo para que eso cambiara. Solía levantarme de mi cómodo
lecho e inconscientemente iba en busca de la que era mi dueña, aunque todavía
no entiendo por qué le asignaba ese
nombre, mi único objetivo en aquel entonces era saciarme de comida.
Así
pues, recorro la habitación donde ella dormía e intento que se dé cuenta de mi
presencia, al no tener éxito en ello doy un gran salto y me siento junto a
ella. Normalmente podía llevarme un largo tiempo esperando aquello que tanto deseaba, pero sentía que
necesitaba energía y vitalidad, así que con mi insignificante patita de felino hice
el intento de despertarla. Para mi sorpresa, dio un gran salto y por ello pensé
que había hecho mal en subir. Sin embargo, se alegró de verme y con dulzura y devoción me abrazó fuertemente y, no voy a
negar que no me gustara, porque estaría mintiendo. Mientras ella bajaba de la
habitación y se dirigía hacia la cocina yo le seguí como un felino bondadoso y
esperé allí para poder llenar mi estómago. En aquellos instantes me sentía
algo inquieto, no podría explicar la
sensación que me producía el saber que pronto iba a saciarme de aquella
deliciosa comida. De repente, noté como
mis ojos se agrandaban al ver como mi dueña colocaba mi comida y el agua junto
a la puerta y sin pensarlo corrí hacia lo que tanto esperaba. Si antes no podía explicar la sensación que
sentía al esperar tan ansioso, ahora mucho menos.
Ya
cumplido mi objetivo, me dirigí hacia el amplio exterior que contemplaba la
casa y allí empecé a jugar como hacía normalmente. Aparte de mí, con nosotros
vivía un felino, algo peculiar y con el que me costó mucho llegar a simpatizar.
Cuando se dejaba ver, me gustaba que jugara conmigo, pero él no hacía gran
esfuerzo y se dignaba a dormir como de costumbre, solía pensar que actuaba así
porque yo no era de su agrado pero con el tiempo he llegado a la conclusión de
que su vida anterior le ha llevado a mantener ese carácter. Intento aprovechar
mi energía y el sol que luce brillante, despacio voy observando todo lo que me
rodea y al mismo tiempo, voy pensando quién será mi nueva caza.
Después de apreciar todo aquello, admiro a una
pequeña mariposa que revoloteaba sobre las flores sembradas y mi instinto
cazador se propone capturarla. Entonces, lentamente inclino mi cabeza y mis
patas colocándome en la posición ideal para que mi caza resulte victoriosa y
pueda salir satisfecho de ella. Por tanto, en esta posición con mis garras bien
preparadas y mí vista penetrada en aquella mariposa me dispongo a abalanzarme
sobre ella y al fin consigo lo que pretendía, tener dominio sobre ella.
Mientras poseo la mariposa en mi boca, con mis dientes la inmovilizo para así poder conducirla dentro de la casa y
entregársela como obsequio a mi dueña. La mariposa se resistía a mis afilados
dientes, pero aun así pude trasladarla hacia dentro.
Entrando
en la habitación donde se encontraba mi dueña ojeando no sé qué cosa, coloqué
la encantadora mariposa sobre el suelo y mi dueña, que se percató de mi
presencia, se impresionó sin comprender por qué lo hice pero luego supo enseguida
el motivo que me llevó a hacerlo. De este modo, se acercó a mí y me acarició
con inmensa ternura, que yo agradecí. Posteriormente, mi dueña tomó asiento en
el amplio sillón y me nombró, supuse que se dirigía a mí porque en aquel
momento estábamos solos. Como bien creí, subí al sillón y me acomodé sobre ella
mientras me acariciaba con suavidad y yo me dignaba a ronronear, como solía
hacer cuando estaba a gusto. Me sentía algo cansado y rápido me dormí.
Al
despertar, observo la luz resplandeciente que procede del acuario situado en la
habitación y me es imposible no acercarme para curiosear e intentar apoderarme
de aquellos pequeñines. Fijándome en ellos, contemplaba la inquietud que
mostraban desplazándose de lado a lado y, cansado de atenderlos, me dispuse a
salir de casa para poder seguir con mi caza. Para mi sorpresa, la puerta estaba
abierta y sin demora me marché de allí, después de recurrir a mi dueña
maullando para que supiese de mi ida.
Más
tarde en la calle me sentía libre y con deseos de capturar a alguna de mis
presas. Sin embargo, pasado un largo tiempo, mis cazas fracasaron debido al
horrible cascabel que llevaba conmigo y
que me fastidiaba aquellas presas que tenía en el punto de mira. Con
resignación, me dirigí hacia la que era mi casa y permanecí en el exterior de
ella hasta que caí en un profundo sueño. Y esto, es todo lo que mi mente
permite que recuerde de aquel sueño. Ahora forma parte de un sueño más, al menos
eso creo yo.
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